The Cathedral of St. Philip - Atlanta, GA

Presentación del Señor y Purificación de La Virgen María

Un sermón de Padre Juan Sandoval
Fiesta de la Presentación 

 

La luz aún no se ha apagado en Navidad. De hecho, según la tradición de la Candelaria, esa luz no se apagará hasta el 2 de febrero. La Candelaria, también conocida como Fiesta de la Presentación de Jesucristo, Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María, es una fiesta cristiana que conmemora la presentación de Jesús en el Templo. Se basa en el relato de la presentación de Jesús en Lucas 2:22-40. Según Levítico 12, una mujer debía ser purificada presentando una cordero como holocausto y un pichón o una paloma como ofrenda por el pecado, 33 días después de la circuncisión de un niño. Cae el 2 de febrero, que es tradicionalmente el día 40 y la conclusión de la temporada de Navidad y Epifanía. 

Ahora celebramos la fiesta de la Presentación de Nuestro Señor Jesucristo en el templo y la Purificación de la Virgen María. Pero las leyes levíticas y del profeta Malaquías nos dijo mucho tiempo antes,

El Señor todopoderoso dice: «Voy a enviar mi mensajero para que me prepare el camino. El Señor, a quien ustedes están buscando, va a entrar de pronto en su templo. ¡Ya llega el mensajero de la alianza que ustedes desean!» ¿quién podrá resistir el día de su venida?

¿Quién podrá entonces permanecer en pie? Pues llegará como un fuego, para purificarnos; será como un jabón que quitará nuestras manchas. 

En este día, más o menos, dos mil veinticuatro años pasados, María y José llevaron a su niño, Jesús al templo para presentarlo a Dios. En ese día también estaban Simeón, un hombre digno y conocido por él Espíritu Santo, y Ana, la profetiza, dos personas fieles y de mucha piedad. Dios les dio la oportunidad de ver al niño que fue enviado para cambiar este mundo, para purificarnos y quitarnos los pecados. Simeón dice estas palabras y es conocido como Nunc dimitís. 

Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra, en paz, 

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, q quien has presentado ante todos los pueblos, 

Luz para alumbrar a las naciones, y gloria a tus pueblos. 

En inglés, también este día es llamado Candlemas. Una celebración de vela o de la luz. Como dijo Simeón, una luz para iluminar el mundo. En esta celebración muchos encienden sus velas para celebrar la luz que vino con Jesús. Jesús, la luz que nos guía por todos senderos y caminos. 

 Especialmente presentaban y ofrecen el primer varón. Pero también era el rito por sus leyes. 

En la biblia hay ejemplos de niños o hijos que fueron entregados a Dios. No siempre a cuarenta días, pero porque Dios lo pide. Abraham, en Génesis, levo a su hijo, Isaac, a una montaña como le dijo Dios. Abraham llego para hacer una ofrenda de su hijo a Dios. Lo llevo a la montaña y llevo leña para un fuego. Cuando llegaron arriba de la montaña, ato a Isaac sobre la leña y luego Abraham saco su cuchillo para sacrificar a Isaac a Dios, como una ofrenda. En ese momento, Dios le hablo y le presento un carnero que estaba entrelazado en unas zarzas. Así, desato a Isaac y trajo el carnero para ser ofrenda a Dios. 

También Elcaná tenía dos esposas. Una se llamaba Ana, y la otra Peniná. Peniná tenía hijos, pero Ana no los tenía. Cada año, cuando iban al templo del Señor, Peniná la molestaba de este modo; por eso Ana lloraba y no comía. Entonces le decía Elcaná, su marido: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?» 

En cierta ocasión, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. El sacerdote Elí estaba sentado en un sillón, cerca de la puerta de entrada del templo del Señor. Y Ana, llorando y con el alma llena de amargura, se puso a orar al Señor y le hizo esta promesa: «Señor todopoderoso: Si te dignas contemplar la aflicción de esta sierva tuya, y te acuerdas de mí y me concedes un hijo, yo lo dedicaré toda su vida a tu servicio, y en señal de esa dedicación no se le cortará el pelo.» 

Ana llegaba al templo para orar al Señor. Ella oraba y lloraba mucho. Hizo su promesa a Dios que si le diera un hijo lo entregaba al templo con Elí cuando ella lo destetaba. 

Así ella se quedó y crio a su hijo hasta que lo destetó. Y cuando le quitó el pecho, y siendo todavía él un niño pequeño, lo llevó consigo al templo del Señor en Siló. También llevó tres becerros, veintidós litros de trigo y un cuero de vino. Entonces sacrificaron un becerro y presentaron el niño, Samuel a Elí. Y Ana le dijo: 

—Perdone usted, señor, pero tan cierto como que usted vive es que yo soy aquella mujer que estuvo orando al Señor aquí, cerca de usted. Le pedí al Señor que me diera este hijo, y él me lo concedió. Yo, por mi parte, lo he dedicado al Señor, y mientras viva estará dedicado a él. 

Hay otros ejemplos de hijos que fueron presentado a Dios. Estos tres son ejemplos poderosos de hijos que llegaron a hacer las obras que Dios les había dado. Pienso que en nuestros tiempos también son tiempos difíciles y debemos traer nuestros hijos al templo para presentarlos a Dios y para que crezcan en vida cristiana y ser ejemplos a sociedad. 

¿Qué expectativas tenemos para nuestros hijos a medida que crecen hacia la edad adulta? 

¿Cuáles son nuestras esperanzas para ellos? 

¿Cómo utilizamos los recursos de nuestras comunidades de fe para apoyar a los niños? 

¿Qué protección y guía les ofrecemos para que se hagan realidad las esperanzas y expectativas para su florecimiento? 

¿Qué responsabilidades tienen todos los adultos para con los niños, sin importar si están o no relacionados con ellos por sangre o matrimonio? ¡AMEN!